La simbiosis de este plato es espectacular. Por un lado tenemos una carne exquisitamente hecha en el horno con unos sabores potentes y por otro la suavidad de la coliflor con el toque del parmesano que hace de este plato sencillo, el rey de cualquier mesa.
Como decimos muchas veces, es importante la calidad del producto. En este caso, el protagonista es la carne, por lo que procuremos comprar una pieza de cuyo origen podamos fiarnos. Pídele a tu carnicero que la bride, eso que ganas.
Una vez tengamos todo listo, pongámonos a realizar este platazo.
1 coliflor pequeña
20 g queso parmesano
1 diente ajo
Hojas de salvia
Zumo medio limón
1 chile (opcional)
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Preparación
Calienta el horno a 180º.
Mientras se calienta, pica muy fino el diente de ajo y las hojas de salvia (y el chile si hubieras optado por darle un toque picante al plato). Por otro lado separa los ramilletes de la coliflor y ralla el queso.
Si no tienes la carne bridada, es el momento de hacerlo. Es importante bridar la carne para conseguir una cocción perfecta y que no se deforme mientras se cocina.
Mezcla el ajo, la salvia y una cucharada de aceite en un bol amplio, donde incorporarás la carne. Gírala para que se impregne bien de la mezcla y tápalo con un trapo.
Forra con papel sulfurizado una fuente de horno lo suficientemente grande para que entren la carne y la coliflor. Dispón en esa fuente la carne y la coliflor salpimentada. Rocía todo con aceite de oliva.
Hornea durante 15 minutos.
Pasado ese tiempo, abre el horno y espolvorea el queso (y el chile) sobre la coliflor y rocía la carne con el zumo del limón y déjalo otros 15 minutos en el horno. Este tiempo puede variar dependiendo del horno y de cómo se quiera la carne. En los 30 minutos totales que marcamos dará tiempo a que se dore la coliflor y la carne quede rosada.
Sirve la carne cortada muy fina y acompañada de la coliflor gratinada.
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