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¿Es la leche mala o buena? Lácteos: inconvenientes y cuándo evitarlos

Si reduces el consumo de la leche y los derivados lácteos como el queso, la nata y los postres lácteos, tendrás los huesos más fuertes, los dientes más sanos, podrás evitar enfermedades intestinales, respiratorias y cutáneas y gozarás en general de mayor salud. Te lo digo por experiencia y porque cada vez más estudios científicos demuestran que la leche es uno de los factores implicados en la mayoría de problemas de salud hoy en día.

Y si los alimentos ecológicos son siempre recomendables, en el caso de la leche la calidad es fundamental. En principio, solo deberíamos consumir leche y productos lácteos ecológicos.

Inconvenientes de la leche y los derivados lácteos

El consumo de leche y derivados lácteos tiene muchos inconvenientes, siendo quizás el más conocido el de la intolerancia a la lactosa, que es el azúcar de la leche; pero también te perjudican otras sustancias de la leche, como las proteínas, los minerales y las hormonas de crecimiento. Y esto por hablar exclusivamente de las sustancias que de manera natural están presentes en la leche y los derivados lácteos y no mencionar las sustancias tóxicas consecuencia de los sistemas de producción industrial.

Intolerancia a la lactosa

La lactosa es el azúcar de la leche, y para ser absorbida correctamente en el intestino tiene que ser descompuesta en sus unidades básicas por la enzima lactasa. La lactasa va desapareciendo con la edad en todas las especies de mamíferos porque la leche es el alimento de la cría, del animal lactante, y ningún mamífero adulto en la naturaleza sigue bebiendo leche. Como en la naturaleza no hay ningún alimento que de manera natural contenga lactosa en su composición, la lactasa va dejando de ser necesaria y desaparece del arsenal bioquímico. Es una cuestión de economía evolutiva.

En la especie humana, en la raza blanca, la lactasa comienza a desaparecer a la edad de 3 años; en los pueblos de color donde tradicionalmente no se ha consumido leche, su desaparición comienza antes.

Cabe mencionar que algunas poblaciones, por ejemplo los países escandinavos, por necesidades adaptativas, conservaron esta enzima lactasa más allá de la infancia para poder sobrevivir los largos inviernos a partir de algunos productos lácteos. Esta capacidad de digerir la lactosa también está presente en Cantabria, al norte de España, donde los pasiegos tradicionalmente han consumido mucha leche y sus derivados. Más allá de los grupos poblacionales, también existen diferencias individuales en cuanto a la tolerancia a la leche.

¿Es la leche mala o buena? Lácteos: inconvenientes y cuándo evitarlos 2

Esa lactosa mal digerida por falta de la enzima lactasa llega al intestino y allí, como no puede ser absorbida, se va acumulando. La flora bacteriana presente actúa sobre esta lactosa mal digerida y va produciendo procesos de fermentación y putrefacción, que a su vez dará como resultado dolor abdominal, meteorismo, flatulencia y diarrea líquida, que es el cuadro clínico conocido como intolerancia a la lactosa.
Muchas veces, muchas más de las que te puedes imaginar, tenemos una intolerancia subclínica a la lactosa que se manifiesta de una manera un poco difusa, con dolor abdominal, molestias, sensación de una digestión pesada, gases… Otras veces esta intolerancia pasa completamente desapercibida y acaba dando la cara en forma de anemia debido a la irritación crónica de la pared intestinal. Esta irritación crónica de la pared intestinal va destruyendo las células del tapizado de esa pared y, al desaparecer las células, es como si se abrieran agujeros en una muro, como si se abrieran huecos en una fortaleza, y por esos huecos van a poder penetrar macromoléculas antigénicas, es decir, sustancias que son extrañas para el organismo y estimularán la respuesta del sistema inmune para defendernos. Y esta respuesta inmunológica es lo que está detrás de enfermedades tan complejas como la celiaquía, el asma o las enfermedades autoinmunes.

Inconvenientes de las proteínas de la leche

Algo similar ocurre con las proteínas de la leche también llamadas caseínas. Por un lado, para poder digerirlas correctamente necesitamos una enzima que se llama renina gástrica y de la cual tenemos una insuficiencia; y por otro lado, las propias proteínas de la leche neutralizan los efectos de los ácidos de los jugos gástricos que son necesarios para su digestión, resultando así de nuevo una sustancia mal digerida.

La caseína mal digerida es una sustancia viscosa que se adhiere a distintas estructuras como por ejemplo la propia pared del tubo digestivo. Con esta adherencia impide la absorción de otros nutrientes y puede dar lugar a la aparición de cuadros carenciales nutricionales. También puede originar la aparición de nódulos linfáticos, dolores difusos y mal definidos y fatiga crónica.

Por otra parte, la caseína mal digerida llega al intestino y penetra por esos espacios que se habían abierto por irritación crónica de la pared intestinal secundaria al consumo continuado de lácteos, y alcanzan el torrente sanguíneo estimulando la producción de anticuerpos y otras sustancias del sistema inmune y que puede da lugar a cuadros como el asma, la fatiga crónica, la celiaquía y también la diabetes mellitus. Se ha visto que personas predispuestas genéticamente desarrollaban una diabetes mellitus secundaria al consumo crónico de lácteos consecuencia de la destrucción de las células productoras de insulina del páncreas. Además, está sobreestimulación constante del sistema inmune acaba agotándolo y disminuyendo la resistencia a las infecciones.

lacteos si o no

La leche puede desmineralizar los huesos

En contra de la creencia popular y de lo que nos han dicho durante toda la vida, el consumo de leche y derivados lácteos favorece la desmineralización ósea. Sé que esto es muy chocante, pero se ha visto que personas que consumían más productos lácteos, tenían tasas más elevadas de osteoporosis, y que  la prevalencia de esta enfermedad aumentaba de manera significativa en personas que no habían consumido nunca leche y empezaban a hacerlo.

¿Pero no se dice que la leche tiene mucho calcio?

Pues sí, tiene mucho calcio, lo que ocurre es que para que la mineralización de los huesos sea adecuada tiene que haber una proporción de minerales del doble de fósforo con respecto al calcio y al magnesio. En los lácteos esta proporción de minerales está muy desequilibrada, existiendo mucho fósforo para cada parte de calcio y magnesio, y por ello el calcio no puede transportarse correctamente al interior del hueso. Este calcio sobrante, además, va depositándose en otras estructuras como pueden ser las paredes arteriales, que favorece la aparición de la arterioesclerosis; en la superficie de los huesos, que favorece la aparición de excrecencias óseas que se llaman picos de loro típicos de la artrosis; y también puede precipitar en forma de cálculos renales o cálculos biliares.

Pero es que además el consumo de lácteos acidifica la sangre, hace que el pH sanguíneo baje mucho, lo cual aumenta el problema de la desmineralización.  Uno de los sistemas que emplea el organismo para equilibrar ese pH es obtener sales básicas del hueso, robando calcio al esqueleto.

El consumo de lácteos no solo no mineraliza bien el hueso, sino que además le roba calcio.

Peligro de las hormonas de la leche

La leche es el alimento diseñado biológicamente para que las crías crezcan, y por eso la leche de vaca lleva todos los elementos necesarios para que el ternero crezca,  incluyendo hormonas como las de crecimiento, las hormonas tiroideas, las adrenales, las sexuales… Una de estas hormonas que aparecen en la leche es la llamada IGF-1 o factor de crecimiento, muy similar a la insulina y que está implicado en el desarrollo de muchos tumores. Por eso el consumo de lácteos favorece la aparición de cáncer de mama, de ovario, linfoma y cáncer de próstata.

Así que el problema de consumir leche y derivados lácteos va mucho más allá de un problema de intolerancia a la lactosa.

Pero entonces… ¿podemos tomar lácteos?

La respuesta es , pero ese «si» afirmativo está sujeto a 5 «sis condicionales».

1.- Sí pero solo si tienes una adaptación genética a digerir y metabolizar la leche y los derivados lácteos correctamente.

Genéticamente de manera natural estamos predispuestos a perder la tolerancia a la leche y los derivados lácteos porque perdemos las enzimas necesarias para digerirlas (lactasa y renina) de las que ya hemos hablado, sin embargo hay personas y poblaciones que por necesidades adaptativas y de supervivencia conservaron estas enzimas y así pudieron sobrevivir a base de un consumo considerable en su dieta de leche y derivados lácteos como por ejemplo los países escandinavos o aquellos pueblos donde tradicionalmente han consumido más leche y derivados lácteos y que tienen una mayor tolerancia.

Aparte de estas poblaciones hay una predisposición individual y hay personas que tienen una buena tolerancia a la leche y otras que tienen una muy mala tolerancia a la leche y los derivados lácteos.

2.- Sí pero solo si no tenemos una patología que se pueda ver agravada por el consumo de leche y derivados lácteos.

Si tenéis cualquiera de estas patologías debéis evitar el consumo de leche y derivados lácteos:

  • Problemas intestinales
  • Gases
  • Hinchazón
  • Dolor abdominal
  • Síndrome de intestino irritable
  • Colitis ulcerosa
  • Enfermedad de Crohn
  • Problemas cutáneos
  • Dermatitis
  • Psoriasis
  • Acné
  • Enfermedades respiratorias
  • Enfermedades autoinmunes
  • Diabetes
  • Asma
  • Enfermedades alérgicas
  • Sinusitis
  • Fibromialgia
  • Cuadros de dolor, fatiga, cansancio, falta de energía
  • Cáncer de mama, ovario, próstata, linfoma
  • Alteraciones del estado de ánimo como depresión o ansiedad
  • Sobrepeso y obesidad

lacteos buenos o malos

3. Sí pero solo si no estás en un grupo de riesgo.

Si en tu familia hay un histórico de cáncer de próstata, por ejemplo, y no tienes cáncer pero estás en un grupo de riesgo. O por ejemplo, si eres una mujer hija o nieta de mujeres que han tenido un cáncer de mama tienes más probabilidades de padecerlo porque hay un antecedente familiar.

En estos casos es recomendable sacar de la dieta alimentos que favorecen el desarrollo de estos cánceres como son la leche y los derivados lácteos.

Si has padecido alguna patología de las que hemos nombrado en el segundo SI, aunque ahora te encuentres bien o esté en remisión, tienes una predisposición a padecerla en el futuro, por tanto es recomendable eliminar los lácteos de la dieta.

4. Sí pero solo si los lácteos son de buena calidad.

Es fundamental que los lácteos sean de calidad, lo que implica que sean de producción ecológica y a ser posible, para llegar a la excelencia, procedentes de animales alimentados con pasto.

La producción ecológica de los alimentos tiene dos objetivos principales.

  • El primero es evitar al máximo la utilización de productos químicos.

Los herbicidas, pesticidas, insecticidas y/o antibióticos que se dan a los animales directamente o a través de su alimentación se van concentrando en sus productos y especialmente en aquellos ricos en grasas, que es donde se almacenan las toxinas. Al consumir productos de origen animal consumimos también los productos químicos tóxicos que han ido acumulando. Esto tiene una repercusión muy importante en la salud, sobre todo en el desarrollo de enfermedades como el cáncer o en la alteración de nuestro funcionamiento hormonal a través de los disruptores endocrinos.

Los animales acumulan toxinas en su grasa corporal como mecanismo para proteger el resto de sus órganos y tejidos.

Si tomáis leche y derivados lácteos como queso, mantequilla, yogur o nata, tened en cuenta que si son de producción industrial vais a estar tomando esos productos químicos que conviene evitar para el beneficio de vuestra salud y vuestro bienestar.

Si elegís leche y derivados lácteos de producción ecológica van a ser alimentos más puros, más limpios  y que además van a aportar más nutrientes.

  • El segundo es respetar el ritmo de vida natural de los animales.

Los animales de producción industrial están hacinados en naves industriales, expuestos a luz artificial las 24 horas al día, en contraposición a los animales destinados a producción ecológica, que se mantienen al aire libre, comen pasto y disponen de espacio. Esto es importante porque la alimentación y la calidad de vida de los animales determina las características de la carne y de la leche y los derivados lácteos que producen. Cabe destacar, por ejemplo, la concentración de ácidos grasos omega 3 y omega 6.

Los cuatro  anteriores van a determinar si podemos o no tomar leche y derivados lácteos, pero se va a ver magnificado por el quinto punto, la cantidad.

5. Sí pero solo si controlamos la cantidad.

Si tenemos predisposición genética a metabolizar los lácteos, no estamos en un grupo de riesgo ni tenemos ninguna patología que se pueda ver agravada por el consumo de lácteos y además esos lácteos son de producción ecológica, pero luego tomamos grandes cantidades de mantequilla, varios litros de leche al día, y una cantidad desorbitada de queso en la dieta, esos lácteos no nos va a sentar bien y no va a ser bueno para nuestra salud.

Si cumplimos los cuatro  anteriores también tenemos que tener presentes que la cantidad cuenta y mucha cantidad puede no ser beneficiosa para nosotros.

Conclusión

Son muchas las ocasiones en las que hablamos de los inconvenientes de la leche y los derivados lácteos, por la asociación con todas esas enfermedades y factores de riesgo de los que hemos hablado y por lo mal adaptados que estamos por naturaleza. Pero también a veces, para ciertas situaciones, podemos recomendar un yogur como alimento probiótico o complementar la dieta con un poco de queso teniendo en cuenta el contexto general.

Y otro contexto también importante que hay que tener presente es el panorama general sobre la opinión de los lácteos. En un extremo se encuentran los que defienden que los lácteos deben ser uno de los alimentos básicos de la nutrición humana y en el otro extremo los que opinan que los lácteos deben ser evitados porque el ser humano es el único animal que sigue tomando lácteos después de la lactancia y no solo eso, es que además toma lácteos de otra especie. Hay opciones intermedias, no es ni blanco ni negro.

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7 comentarios en “¿Es la leche mala o buena? Lácteos: inconvenientes y cuándo evitarlos”

  1. Muy interesante el artículo, pero me plantea una duda. En principio, derivados lácteos como el yogur, ¿no actúan como probióticos reforzando nuestra microbiota? Muchas gracias

  2. Hola!
    Podriais recomendarme una buena prueba genética para ver cómo toleran mis genes alimentos como el café, los quesos de calidad, la carne? Vivo en la provincia de Alicante. Soy 0+, sufrí una colitis ulcerosa que progresa adecuadamente, hago ayuno intermitente, soy una friki de la cetosis (y de fomentar la flexibilidad metabólica!), del deporte y la salud en general. Conocer a gente como vosotros cambió mi vida. Me encanta vuestro trabajo. Os quiero!! GRACIAS

    1. No lo he dicho pero a más detallada sea la prueba mejor. Soy profesional de la salud y me interesa profundamente todo esto. GRACIAS MIL SOLES!!!!!!!!!!!!

  3. Liliana Longueira

    Excelente artìculo !! Los defensores de los làcteos son parte de la industria alimenticia que no pretende ver disminuidos sus ingresos y, por lo tanto, siguen haciendole publicidad.

  4. Hola! Muy interesante este artículo. Me gustaría saber dónde puedo encontrar estudios científicos sobre este tema?

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