El ser humano siente el deseo de volver a la naturaleza y ponerse a prueba, quizá por eso el éxito de las carreras de montaña, de las spartan races y el aumento en popularidad de los deportes de riesgo.
Quizá por eso también personas como Carlos Vico despiertan tanto interés. Carlos es el alma y el fundador de Survivalxtreme, una organización cuyo objetivo aparente es enseñar técnicas de supervivencia en entornos hostiles, pero que en realidad pretende hacernos reflexionar sobre lo que realmente es importante en la vida.
Uno de los proyectos en los que Carlos pasa más tiempo y al que dedica más energía es transmitir esos valores en colegios y en zonas desfavorecidas, intentando hacer ver a la gente más joven que hay cosas con más sentido que el consumismo, la inmediatez y las redes sociales.
En esta ocasión Jesús entrevista a Carlos Vico. Carlos es especialista en supervivencia en condiciones extremas, estuvo a punto de morir en Groenlandia en una de sus aventuras y nos cuenta que esa ha sido la experiencia de su vida que más le ha enseñado sobre sí mismo. Para recuperarse de las secuelas que esto le dejo, decidió replicar una huida de un campo de trabajo soviético en los años 40, en Siberia a 35º bajo 0 con nada más que un cuchillo y una cantimplora y la ropa que habría llevado un prisionero de aquella época, y guardianes armados persiguiéndole. Parece cosa de película de terror, pero Carlos nos explica la utilidad del miedo y como la necesidad de supervivencia está presente en nuestro día a día, en las pequeñas hazañas que tenemos que superar; una conversación que nos asusta, tratar con un jefe que consideramos que nos habla abusivamente, un susto en la carretera que nos acelera el corazón. Es muy probable que ninguno de nosotros vaya a ir a Groenlandia, ni a Siberia, ni a ningún rincón inhóspito del planeta, pero sí seguro todos tenemos lecciones importantes que aprender de alguien como Carlos.
Esperamos que lo disfrutéis.
Transcripción de la entrevista a Carlos
Jesús Sierra (J.S): Carlos, bienvenido, muchísimas gracias por hacernos el hueco y bienvenido al podcast.
La gente, Carlos, tiene como un deseo como de volver a la naturaleza, pero no solo eso, tiene como un deseo de probarse y de ver cómo está en la escala de supervivencia, vamos a decir. Por eso quizá, corrígeme si me equivoco, la gente busca hacer carreras de montaña, las spartan race o este tipo de cosas, porque parece como que somos como víctimas de nuestro propio éxito como especie, entonces por un lado ya no necesitamos luchar tanto para comer o para sobrevivir pero por otro lado ese motor interno le seguimos teniendo, es como probarnos ¿Será por eso que gente como tú tiene tanto éxito o la gente se siente tan atraída de personas como tú?
Carlos Vico (C.V): Yo creo que al final es que según a lo que te dediques, según lo que hagas tienes un punto de vista diferente. Realmente lo que yo hago no es tan disparatado, porque es lo que se venía haciendo hasta hace 100 años, ósea lo que pasa que por progresión de la especie se ha dejado de hacer, pero el hecho de irte a la montaña a buscar comida, a buscar lo que tú necesitas es algo que no es antinatural, realmente está metido en nuestra historia, lo que yo he hecho ha sido recuperarlo, volver otra vez a los orígenes, volver a las raíces, volver a entender cómo funciona la naturaleza, qué plantas se comen , qué plantas sanan, cómo obtener agua , como obtener un refugio. Pero ya te digo, no es nada particularmente novedoso que digan – ¡madre mía! lo que se ha inventado – no, todo lo contrario, es un poco volver a nuestros inicios, volver a nuestra base, para entender un poquito hacia dónde vamos. El hecho de generar expectativa hacia la gente que hace spartan race, es posible, porque realmente lo que haces supone un esfuerzo físico, y llevarlo al límite, por así decirlo, pero creo que es una filosofía muy diferente.
J.S: ¿Cómo acaba alguien como tú, haciendo lo que haces? Quiero decir que imagino que cuando tenías 12 años, no les dijiste a tus padres –yo lo que quiero hacer de mayor es enseñar a la gente como sobrevivir en Siberia a 35º bajo 0 con una cantimplora, un cuchillo y casi sin ropa – ¿Habrá habido una evolución o cómo has llegado a esto?
C.V: Esto es como el que va a correr, el que corre al principio un Km y medio, luego 3, luego 5, luego se apunta a una spartan race, luego se apunta a una maratón, pues lo mismo. Yo empecé llevándome a un amigo conmigo que estaba en una situación un poco complicada y dije – oye, vente y nos pegamos un fin de semana por ahí y nos desesteramos, nos relajamos y tal – le gustó mucho el aspecto de que yo no llevaba nada, porque yo lo llevaba en los bolsillos y el llevaba una mochila enorme, y de ver él como yo me buscaba mis recursos, me buscaba mi comida y tal dijo – esto es una pasada, ¿Puedo traerme un amigo para que lo vea, que le encanta esto? – Y yo dije – bueno, tráetelo – . Y así vas aumentando el número de gente los fines de semana y al final montas una escuela. Como quieres enseñar a la gente ¿Qué haces? No puedes leerte un libro, porque por desgracia mucha base de esto se ha perdido, entonces lo que haces es experimentar. Cuanto más experimentas más te gusta y vas subiendo grados y al final acabas en Siberia pues liándola parda.
J.S: Pero tu profesionalmente, no te has dedicado siempre a esto, has hecho otras cosas ¿no?
C.V: Si, yo antes herede la empresa de mi padre, llevo desde los 15 añitos trabajando en la empresa familiar, siendo cristalero, nos dedicábamos al corte de cristal, a montar grandes estructuras de aluminio en los centros comerciales, muros cortina, etc., estaba muy especializado en el sector.
J.S: ¿Y eso lo dejaste?
C.V: Correcto, herede la empresa de mi padre en el 2008, más o menos, y bueno con todo el tema de la crisis, hice obras muy grandes, no conseguimos cobrarlas y eso supuso quiebra.
J.S: Menuda lección de vida ¿no?
C.V: Bueno, lo pierdes todo, pierdes la casa, todo lo que tienes te lo quitan, encima te quedas endeudado pero hay que seguir para adelante, hay que seguir luchando y al final de ahí sales, y sales por aquí.
J.S: Sueles decir que la televisión, que los medios de comunicación, que las redes sociales han hecho mucho daño a la percepción que tenemos sobre lo que es la supervivencia ¿A qué te refieres con eso?
C.V: Realmente para mí la tele y demás lo que hacen es vender espectáculo, creo que se ha explotado, quizá, un 3% de lo que es la supervivencia. Supervivencia en nuestro día a día, es atragantarse con un bocadillo, es supervivencia, total, te estas muriendo. Entonces para mí la supervivencia, realmente, es como tu mente reacciona ante una amenaza, ósea como tu mente es capaz de buscar una solución para minimizar las consecuencias de una amenaza. Y es ahí, donde es para mí está el quid de la cuestión, porque todo el mundo se enfrenta a las amenazas, todo el mundo aún tiene miedo, todo el mundo aún tiene ese pánico subyacente que sale donde menos te lo esperas, y es ahí donde yo trabajo. Yo realmente entiendo el miedo como una herramienta, entiendo el pánico como cuando pasa el tiempo y no tienes una respuesta adecuada y tu instinto de supervivencia dice – este es tonto – y toca el botón del pánico y a partir de ahí interactuamos. Que eso no es malo, que eso lleva siendo así desde que el hombre es hombre, correcto, pero yo ya creo que con las capacidades que tenemos hoy en día, la información que tenemos en nuestra cabeza, ya no es justo. Yo creo que tenemos que sacar mejores soluciones y mucho más razonadas que las que usamos.
J.S: Haciendo lo que haces, y tantos años haciendo lo que haces me imagino no, sé que has mirado a la cara a la muerte muchas veces. Pero ha habido una situación en concreto que te he oído decir que es el momento en el que más has aprendido sobre ti en tan poco tiempo, que es cuando tuviste un problema serio en Groenlandia. Explica, por favor, a que fuiste ahí.
C.V: Groenlandia fue un proyecto para convivir con los inuit, los esquimales, que les llaman. Y era intentar ir para allá, entender el tema del calentamiento global, entender cómo afecta eso a los inuit y vivir un poco como ellos, vivir un poco su vida. Y la historia fue que estuve allí cuatro o cinco días conviviendo con una familia inuit, aprendiendo como cazan, como comen, como viven y tal, y luego hice una ruta de 4 días en solitario por Groenlandia. El problema fue, que al llegar yo allí, pillamos el huracán Alex, el primero en 80 años en el hemisferio norte, con lo cual las temperaturas oscilaban muchísimo. Yo llegue a Groenlandia y estaba lloviendo en Enero, entonces las placas de hielo estaban malformadas, estaban rotas y los inuits se negaron a llevarme a la zona para poder volver yo solo andando porque el hielo estaba muy roto y decidimos hacerlo en helicóptero. Que un helicóptero me llevara hacia la zona, me soltara y yo volvía hacia el campamento base. El problema fue que la nieve era nieve “papa”, nieve blanda, entonces lo que tu tenías en la cabeza que era caminar sobre nieve dura 20 km al día, que no es ningún esfuerzo fuera de madre y cada día hacerte un refugio, dormir y descansar se convirtió en un desastre porque vas con la nieve por encima de las rodillas abriendo camino sin esquís, sin raquetas, sin nada y el esfuerzo es monumental. Y el tercer día, una de las cosas que me dijeron es – no pises hielo, intenta ir por las piedras, por las rocas y las montañas , pero yo me canse de nieve y dije – yo tiro por abajo, por el hielo, porque hay muy poquita nieve y avanzo más rápido – . El problema fue que una placa me hizo balanza, estaba rota y al poner mi peso hizo balancín, se me escurrió el culo, y al pasar el culo que es lo que pesa, cerró y me engancho por el pecho. Claro, estás en Groenlandia, eran las 9 de la mañana aproximadamente, consigues salir del hielo rompiéndolo a golpes, sales fuera, te revuelcas, empiezas a correr para generar temperatura. Yo la suerte que tenía es que cuando hago rutas llevo un aparato que es un GPS, para que la gente desde casa a tiempo real pueda ir siguiendo cuando camino y por donde voy. Y eso me permite mandar mensajes de socorro y tenía una persona en el campamento base monitorizando y le dije – he tenido un problema, sácame de aquí ya, me he caído al agua – e iniciamos el protocolo de rescate. El problema es que el helicóptero no podía salir, porque había vientos de ciento y pico por hora, cada vez que se levantaba lo echaba al suelo, y decidieron esperar a ver si abría una ventana de buen tiempo para que saliera el helicóptero. Yo realmente estaba muy cerca, estaba a 12 km del pueblo, el problema era que tenía la ropa mojada, temperaturas -15, -18 grados, vientos muy fuertes… te mueres, todo se congelaba. Groenlandia es un desierto de hielo, con lo que no hay vegetación y a mí lo único que se me ocurrió es tirarme en una montonera de nieve que había, hacer una cueva para dentro, desnudarme, la primera capa de ropa era sintética, porque era ropa mala, entonces la corte a tiras, prendí fuego e intentar secar la capa exterior, el plumas, para intentar mantener mi temperatura dentro y eso gestionando cada 5 minutos, saliendo al exterior, hacer flexiones, hacer abdominales, correr, sprint, para intentar generar temperatura. Claro, va pasando el tiempo, la ventana de buen tiempo no se produce, cae la noche aproximadamente a las 2 del mediodía y deciden que el helicóptero no puede salir, es de noche y que van a mandar motos de nieve. Yo estoy a 12 km del pueblo, pero el problema que yo tenía que me hundía en la nieve, las motos de nieve también lo tienen, no van flotando por la nieve sino que la van atravesando, se les rompían los patines al pegar contra piedras, una moto de nieve se cayó al agua porque intentaban ir por el hielo, igual que yo, tuvieron que sacar al hombre, la moto de nieve se perdió… Total que mientras eso se produce, también se produce una demora en tiempo en el que tu estas peleando como un jabato por intentar no morirte, literalmente. Entonces tu cuerpo se vacía, porque al temblar gastas energía, llega un momento que tu cuerpo deja de temblar porque no le queda nada dentro ya. Y a partir de ahí, es una pasada, porque el último miedo, el miedo fuerte que todos tenemos que es el miedo a morir, el instinto de supervivencia es para no morirte, cae, te das por muerto y a partir de ahí la mente se abre. No es nada místico, tu mente entiende que ya estás muerto, entonces tienes una claridad espectacular de todo lo que pasa. Entiendes que tu cerebro como sabe que si te duermes te mueres pues te hace ver cosas, te hace oír la voz de tu padre, te hace ver a alguien corriendo, te hace ver salir a un oso de la niebla, y tu entiendes que es tu cerebro que te hace ver eso para subirte la adrenalina para que no te duermas. Es un constante y llega un momento que no sabes que es verdad y que es mentira, pero te paras también a pensar en todo lo que te ha llevado hasta ese punto, es espectacular. A partir de ahí, consigues salir, consiguen llegar las motos al punto, pero claro cuando vuelves aquí estás trastocado totalmente, porque yo llegué aquí que no podía hablar con nadie, no soportaba la oscuridad porque en Groenlandia solo hay 6 horas de luz al día, el resto es noche, y claro estuve pasándolo tan mal en medio de la oscuridad, en un páramo totalmente helado, donde no ves nada, te estas muriendo solo, te estas muriendo congelado y no ves nada a tu alrededor. Entonces cogí fobia a la oscuridad, fobia al frío, no podía tocar nada frío, tenía que dormir con la luz encendida… Además cuando vuelves has fracasado, porque eres un experto en supervivencia que han tenido que rescatar, con lo que más vale que te dediques a otra cosa. Y es como que tienes tanto trabajo al volver para volver a ubicarte, volver a entender que no estás en Groenlandia que estás aquí en España y estás en una sociedad donde o cambias el chip o vas a acabar en un manicomio, entonces empiezas a trabajar, a darle vueltas, a entender quién eres, a entender de dónde sales. Yo a raíz de un amigo mío, lo que hizo fue regalarme una libreta y unos bolígrafos y decirme – si no quieres hablar, escríbelo – y de ahí salió el primer libro. Que es entender de donde salgo, qué he hecho durante mi vida, qué me llevó a Groenlandia y qué quiero hacer a partir de ahora. Esa fue la manera de resituarte un poquito. Y eso fue Groenlandia y de Groenlandia salió Siberia, porque le pillé tanto miedo al frío, a la oscuridad, a la soledad que la manera de yo solucionar aquello fue – vale, Groenlandia -20º, 6 horas de luz al día y allí había osos ¿Pues qué voy a hacer? Me voy a Siberia donde hay -30 grados, donde hay osos, lobos, y además voy a hacer una fuga de un gulag, donde me van a perseguir rusos armados para ver si me pillan. Obviamente se les dijo que no me dispararan, pero iban tan ebrios, que fiarse poco.
J.S: A parte que el aspecto psicológico de saber que van armados, aunque sepas que no te van a disparar…
C.V: Correcto, además saber que te están persiguiendo, con lo que montarte el refugio es montarlo rápido para perder el mínimo tiempo, dormir lo máximo que puedas y volver a salir corriendo porque esos soldados vienen. Entonces psicológicamente es una presión muy fuerte, aparte de que vas sin agua, sin comida, tienes que ir consiguiendo la comida mientras caminas, el agua se tiene que ir haciendo mientras caminas. Es como jugar al ajedrez a un nivel espectacular, porque desde como respiras, porque si cojo aire por la boca a esa temperatura se me congelan los pulmones y no sales, si una lagrima no la secas, te corta el parpado o una gota de moco en la nariz no tratada, congela la nariz y tienes necrosis. Juegas con todas esas pequeñas cosas, como caminas, como levantas el pie, como lo pones y eso es constante. Entender cómo funciona tu cuerpo, entender cómo funciona el entorno, entender como el entorno le hace daño a tu cuerpo y entender que mecanismos puedes usar para que eso no pase, a nivel mental es increíble.
J.S: ¿Cuándo fuiste a Siberia ya te habías recuperado del todo mentalmente de Groenlandia o todavía no estabas al 100%? Porque eso fue parte de la terapia casi, por lo que he querido entender ¿no?
C.V: Si, correcto, obviamente para mí fue liberador, el hecho de hacer Siberia y que saliera bien, que funcionara. Aunque hoy en día, aún queda algo ahí, de Groenlandia, pero ya lo tienes sobrellevado totalmente.
J.S: Has hablado antes del miedo, del pánico ¿Cómo gestionas el miedo? Deduzco por lo que ya se de ti y por lo que has dicho antes, que el miedo es bueno, te lo he oído decir muchas veces, pero que no hay que entrar en pánico, entonces ¿Cómo encuentras el punto de equilibrio ese, tener lo suficiente para no morir y no pasarte?
C.V: En la línea temporal, tu estas aquí, el tiempo siempre va hacia adelante, y la amenaza está allí, tu siempre ves la amenaza, la amenaza puede ser una discusión con tu pareja, con tu jefe, se te acaba el contrato, el miedo lo único que dice son las consecuencias a esa amenaza, ¿Por qué no saltas por la ventana? Porque te la vas a pegar abajo, el miedo te dice que te la vas a pegar abajo. A partir de ahí, en línea temporal, tu cabeza de forma racional empieza a pensar ¿Cómo puedo evitar pegarme la leche abajo? Pues, mira, me hago una cuerda, me busco otra línea de escape, etc., etc. En línea temporal, cuando la amenaza se acerca y no has encontrado una solución óptima, tu cerebro aprieta el botón del pánico y sale uno de los cuatro pánicos. Los cuatro pánicos, son cuatro comportamientos básicos aprendidos de los animales desde que el hombre es hombre, tenemos; la pelea, los animales se pegan, la huida, los animales que están diseñados para salir corriendo, el bloqueo, los animales que se hacen los muertos y por último la sumisión, en los animales sociales donde hay un macho alfa, que es donde te sometes al pensamiento del alfa. Son cuatro comportamientos básicos, cuatro pánicos, pues cuando surge un pánico sale uno de esos. Está el que cuando pasa algo se lía a tortas con todo el mundo, o tú me chillas y yo chillo, o gente que cuando la chillas se queda totalmente bloqueada, gente que cuando la chillas se larga o gente que cuando la chillas te dice – yo lo que tú digas, no quiero pelearme – es un comportamiento totalmente natural, forjado durante miles de años. Yo no quiero llegar a eso, yo si estoy en Siberia, me pasa algo y entro en pánico, me muero. Por ejemplo, yo en Siberia, la última noche, estaba en mi refugio y unos lobos empezaron a dar vueltas al refugio, la primera reacción mía es – corre – ¿A dónde? ¿Cuántos metros vas a ser capaz de correr antes de que se te echen encima? Tres, no corras. Vale, me subo a un árbol, estás a menos 30 ¿Cuánto rato vas a aguantar quieto, parado en una rama a menos 30, antes de que te congeles? 15 minutos, no me vale ¿Qué hago, me quedo quieto? No, se están acercando, entonces a mí lo único que se me ocurrió es coger la cantimplora y un cuchillo y empezar a hacer ruido y se alejaban, vale, pues así estuve toda la noche. Si en aquel momento hubiera sucumbido al pánico se me hubieran comido. Yo creo que ya tenemos suficientes herramientas, suficiente capacidad de raciocinio como para que el pánico te pueda pasar una vez, dos, pero no tiene que ser algo recurrente. No tiene que ser algo de tu día a día, no tienes que protegerte detrás del pánico.
J.S: ¿Gestionarlo?
C.V: Correcto, si tú eres capaz de comprender que el miedo es bueno y que el miedo es una herramienta, te deja de bloquear para ayudarte. Y es ahí donde para mi reside el quid de lo que yo hago, de la supervivencia extrema, entender cómo funciona tu mente y sacar el máximo partido, entrenar la mente.
J.S: ¿Tienes dos hijos, no?
C.V: Si
J.S: ¿Qué consejo les darías a los padres de niños para inculcarles esta calma o esta pausa para no entrar en pánico? Porque además es una herramienta valiosísima para toda la vida.
C.V: Yo creo, que el problema básico reside en la educación que reciben en el colegio y en casa cuando les premiamos por los triunfos y los castigamos por los errores. Tu vida va a ser un compendio continuo de cometer errores y de los errores se aprende. Yo por ejemplo a mis hijos lo que les digo es que la verdad no existe, yo me puedo equivocar, todo el mundo se puede equivocar, al final lo que tenemos son puntos de vista sobre un hecho y la mentira sí, porque la mentira es fruto del miedo y de la imaginación. Y que realmente lo que es ser valiente es ser capaz de cometer un error, aceptarlo y decir – papa, me he equivocado, ha pasado esto y he hecho esto y me he equivocado ¿Qué hacemos? Si tú me lo escondes, no te puedo ayudar. Pero si tienes la capacidad de decir – mira papa, ha pasado esto, me he equivocado – y yo no te premio, porque sería de muy tonto decir – muy bien hijo te has equivocado – le diría – ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo te ayudo? ¿Puedo hacer algo por ti? – Yo creo que esa es la gran diferencia, entender que por suspender no pasa nada, ayúdalo, motívalo, ponte al lado, enfócalo, es tu faena como padre. Hay que darles la educación suficiente a nuestros hijos para que entiendan que la mentira no es lo correcto y que equivocarse es sano, que equivocarse es la manera de avanzar hacía a delante. Si todo son triunfos, poco vas a aprender, vas a ser una persona vacía, una persona que se equivoca, reacciona, aprende y avanza, es imparable.
J.S: Hablas mucho de eficiencia energética, vienes a decir que a un león no se le ocurre hacer footing por la mañana, mide muy bien esa energía que va a gastar, no lo hace de una manera consciente evidentemente, pero está programado para medir esa energía que va a gastar en función de lo que va a conseguir, los riesgos y las posibilidades. Hemos hablado antes de las apartan race y todo ese tipo de cosas ¿A alguien como tú no le parece un poco ridículo esas cosas? O alguien como yo que va al gimnasio y se pasa una hora haciendo sentadillas, haciendo dominadas ¿Antropológicamente te parecerá ridículo esto que hacemos, no?
C.V: Esto es una pregunta trampa. Si, a mi forma de ver no lo encuentro lógico, realmente la época en la que estamos, en la que tenemos tantísimo acceso a la información, etc, que aún le sigamos dando tantísima importancia al físico, a mí me tira un poco para otras. Yo considero que el físico es importante, porque el físico es el que coge la comida y te la pone en la boca, y si ese físico no existe tienes un problema, pero de ahí a que tú seas aprobado por la sociedad porque tengas un físico más o menos bonito a la vista, me ofende muchísimo. Que en la sociedad donde estamos en la que trabajamos tantas horas, muchas veces donde no tenemos acceso… A mí por ejemplo, no me gusta el gimnasio, no he ido en mi vida al gimnasio, me gusta mucho el monte, yo me cojo un hacha y me corto mi leña para encender por la noche la chimenea en casa y estar calentito o cocinar, voy al huerto, me hago mis regateras, me planto mis patatas . Entonces, para mí, para hacer un esfuerzo tiene que haber una recompensa detrás, yo el hecho de cansar y gastar energía, por lo que cuesta realmente, lo que pasa es que estamos muy mal acostumbrados, que vas al súper y coges la comida, pero en otras culturas y en otras sociedades realmente el acceso a la comida es muy complicado, y el hecho de meterte algo en la boca, ósea cuando tu gastas es porque necesitas gastar.
J.S: ¿Tú has visto muchas cosas, por eso piensas así, no?
C.V: He visto bastantes cosas, sí. Entonces cuando llegas aquí tienes que entender que ya no estás allí, que estás aquí y tienes que poner ciertos filtros cuando hablas, porque se genera una controversia muy grande. Cuando ves que en otros lugares la gente no tiene nada para comer o incluso comen cosas en mal estado, etc. para intentar subsistir, ósea lo que a mí me ha enseñado todo lo que he hecho es que tú ganas tiempo constantemente, tu no naces y te ponen un cartel – morirás con 95 años – no, yo como para no morir de hambre en X horas o en X días, bebo para no morir de sed y continuamente empujo el carro hacia delante para seguir viviendo. Yo gano mi tiempo, mi tiempo es mío, me lo gano yo, entonces cuando ves que aquí eso no funciona así, porque tenemos unas facilidades espectaculares para conseguir comida y agua, se pierden esas ganas. Por ejemplo, yo estoy disfrutando ahora disfrutando con la conversación contigo, sino no estaría. Yo digo donde meto mi tiempo, nadie me dice donde tengo que ponerlo, mi tiempo es mío. Entonces eso te da una capacidad de entender quién eres, que haces, etc. qué y yo veo que eso falta aquí, nos falta temerle al tiempo, nos falta entender ¿quién eres?, ¿qué haces?, nos falta temerle al tiempo, nos falta entender que el tiempo se nos escapa, y no para salir de fiesta e ir a emborracharnos, no. La vida lo que realmente lo que hace es, tú te sometes a ciertas situaciones que te dan unos aprendizajes y yo lo que hago es explicarlos para que otra gente no tenga que perder el mismo tiempo y la misma energía para aprender los mismos aprendizajes, y si yo he llegado a A, B te explico como para que tu llegues a C y tú se lo expliques a otro para que llegue a D y E. Para mí eso es la vida, el motivo de la vida, aprender para dar, para que tú llegues a más. Cuando llegas aquí, y ves que la gente se pone nerviosa porque se le acaba la batería del móvil o que se le ha caído el móvil al suelo y se cabrean porque se les ha saltado la pantalla, los miras y piensas – lo estamos haciendo muy mal – Algo se nos ha ido de las manos, porque esto está mal, muy mal
J.S: ¿Tenemos que recauzar?
C.V: Creo que hemos cogido una rama del árbol que no se aguanta.
J.S: En relación a esto, lo que tú haces con este proyecto que tienes de SuvirvalXtreme, desde fuera parece que enseñas a la gente a sobrevivir comiendo grillos, pero al final lo que subyace es que enseñas a la gente a apreciar esto que estás diciendo, ¿no?
C.V: Claro, SuvirvalXtreme lo que se dedica es a dar charlas en colegios, en institutos de forma gratuita, donde le puedes explicar a los niños esto, lo qué es el miedo, porque todo el mundo tiene miedo, el que diga – no tengo miedo – solamente creo que hay tres personas en el mundo, que es una enfermedad, que no tienen miedo, y son peligrosos porque se tiran por cualquier lado. Todo el mundo tiene miedo, y aprender que tú te vistes, te peinas, vas a hacer ejercicio , te pones fuerte, eres un musculito, como hablas, las expresiones que usas , lo que quieras hacer en tu vida, todo está en base al miedo , a la aceptación social , a cómo te ven los demás , a no estar solo , a buscar la aprobación. Entonces, si tú eres capaz de entender eso y de decir – mi miedo es mío, yo lo uso – te cambia tanto la perspectiva que es que a los chavales les funciona de forma espectacular. Entonces, lo que yo hago de irme a Siberia y tal a mí lo único que hace es que yo cuando llego a casa, lo que decíamos, el hecho de una ducha caliente, imagínate cuando llevas tres días pelao de frío, hecho polvo y llegas y te das una ducha con agua caliente, o poderte sentarte en una silla, en algo que no esté frio y no tenga canto. Esto me da a mí una ganar una perspectiva que me hace ver las cosas de otra manera, que me hace luego explicar las cosas de otra manera que quizás entiendan mejor, entonces todo va relacionado en eso.
J.S: Cuando uno tiene hambre, la comida sabe mejor, ¿verdad?
C.V: Ya te digo yo que sí.
J.S: ¿De qué decisión de no hacer algo te sientes más orgulloso? Y no me refiero necesariamente a uno de tus proyectos y tus salidas a la naturaleza, sino general en tu vida.
C.V: Me han ofrecido y he dicho que no a tema tele. Me ofrecieron hacer colaboraciones en algunos programas de “supervivencia” y dije que no. Y fue una época complicada, porque realmente mi entorno me decía – hombre, es una manera de potenciar tu carrera – pero decidí que no porque realmente creía que era una forma tonta de todo lo que yo había vendido, aprendido, venderlo mal y decidí no hacerlo. Y a día de hoy estoy contento de haber dicho que no porque realmente me ha permitido seguir con mi proyecto, me ha permitido tener cierta credibilidad y una manera de que los que yo quiero que me escuchen que son los chavales, te vean como una persona que ha conseguido cosas y no como un vendido.
J.S: ¿Te queda alguna secuela física de todo esto que haces? Sé que secuela mental no, porque al revés, lo contrario, te ha hecho más fuerte, como decías antes pero ¿Físicamente te ha quedado alguna secuela?
C.V: Si, el cuerpo lo tengo hecho polvo, rodillas, articulaciones, riñones hechos polvo porque en Groenlandia pase demasiado frío y los riñones no vinieron muy finos y al quemar la ropa en Groenlandia, también trague mucho humo negro de la ropa que iba quemando entonces también los pulmones vinieron tocados. Son pequeñas facturas que vas pagando al cabo del tiempo. Mentalmente también, porque te modifica tanto la mente que luego es complicado poder volver a vivir en la sociedad en la que vivimos, tienes que aplicarte mucho el para, respira, piensa, actúa, antes de hablar, aplicar los filtros correctos porque si no te volverías loco, te meterían en una camisa de fuerza y te mandarían al psiquiátrico.
J.S: ¿Ósea, que tienes que constantemente darle al botón de “reset”?
C.V: Si, entender que yo solo tengo un punto de vista que no puedo aplicarlo, entonces tu das tu razonamiento, escuchas el de la otra persona, intentas cambiar tu metro cuadrado, intentas que lo que tú haces le pueda servir a otra persona y que esa a su vez cambie a otra, y esa a otra… Intentas ser lo más eficiente posible, no meterte en batallas que no vas a sacar nada de ellas.
J.S: Por lo que te conozco diría que eres una persona más bien introvertida, claro, tú tienes este proyecto, quieres hacer llegar este mensaje a los chavales, todas estas cosas que quieres hacer, entonces, todo eso tiene un coste, tienes una responsabilidad adquirida, de cierta manera, con gente que depende de ti , y si por ti fuera te irías al monte todo el día, entonces ¿Cómo encuentras el equilibrio entre no ir al monte y hacer esto que estamos haciendo ahora, las redes sociales, gestionar lo que gestionas?
C.V: Es muy complicado porque realmente cuando te acostumbras a estar solo, ser el punto donde todo el mundo mira, a mí me pone muy nervioso. Soy una persona que tengo miedo escénico , no me gusta ser el punto donde la gente mira, sentirme observado me sienta mal. A veces mi madre me compara con una cabra del monte, dice – pareces un animalejo del monte que cuando le pones en medio de mucha gente se vuelve… – me pasa eso, realmente. Lo que pasa que entiendo que lo que yo hago es para transmitir, entonces decido, que si eso lo que hace es que me tenga que poner delante de gente, pues busco los mecanismos para que durante ese espacio de tiempo te afecte lo mínimo posible. El tema de redes sociales, considero que son una herramienta muy potente, yo publico una vez a la semana y cierro y adiós. No entiendo la tecnología, no se me da bien , a mi me dan un cuchillo y un trozo de madera y te hago un Leonardo, pero los ordenadores no se me dan bien. Entonces, es una cosa que me achuchan mucho por detrás, me aprietan para que publique, publique, y digo – vale, una vez a la semana y tranquilos que lo que tenga que ser, será – entonces me cuesta mucho ese equilibrio.
J.S: ¿Qué planes tienes para SuvirvalXtreme? Te quiero decir, estás haciendo muchas cosas el proyecto está creciendo, las charlas en los colegios, todas esas cosas que tienes ¿Tienes planes a largo plazo? ¿Eres de las personas que te marcas objetivos a largo plazo y vas avanzando o vas viendo más bien poco a poco como van evolucionando las cosas?
C.V: Es una mezcla de ambas, es una continua adaptación, pero el proyecto a futuro es llegar a montar una fundación para chavales. A mí lo que realmente me llena es cuando hago una charla para adolescentes, sobre todo, soy voluntario en muchos centros de chicos de familias desestructuradas y con problemas de adaptación, entonces mi proyecto es eso, crear una fundación para estos chicos en concreto, donde ellos reciban una formación, donde ellos puedan ver otros puntos de vista, llevarlos fuera para por ejemplo trabajar en la India, etc. para que ellos vean otras cosas y cuando vuelvan aquí, vuelvan con un punto de vista cambiado. Ya te digo, a mí el largo plazo es el proyecto de la fundación.
J.S: Te voy a plantear una situación hipotética, imagina que viene el ministro de educación y te encarga que diseñes una asignatura para chavales de educación primaria, chavales de hasta 12 o 14 por ejemplo, que diseñes una asignatura de supervivencia ¿Cómo sería esa asignatura?
C.V: Yo considero que a todo el mundo, primero aprender gestión emocional y sobre todo yo creo que es muy básico, aprender primeros auxilios, aprender cosas muy básicas de la montaña como por ejemplo hacerte un refugio, porque la montaña es nuestro medio, realmente la ciudad no es nuestro medio. Pero el hecho de que tu salgas a la montaña y tengas unas capacidades mínimas para decir – yo salgo de aquí, se cómo funciona mi cuerpo, se cómo funciona el entorno, se sacar partido a ambas cosas y yo salgo de aquí – creo que es una asignatura muy básica y que todo el mundo debería saber. Pero sobre todo el tema de la inteligencia emocional, considero que aún es un escalón que tenemos que subir con los chavales.
J.S: Y la última pregunta Carlos, si pudieras levantar el teléfono, esto es un clásico ya entre todos los que hacemos podcast, si pudieras levantar el teléfono y tener una corta conversación con el Carlos Vico de 20 años, ¿Qué le dirías? O ¿Qué consejo le darías?
C.V: Es una pregunta muy buena, le explicaría lo que es el miedo, porque considero que he tomado muchas decisiones durante el largo de mi vida que me han llevado a llegar a las conclusiones que he llegado, pero me las explicaría a mí mismo, me diría – todo esto que te está pasando valóralo, entiende que esto es así, entiende que estas actuando por esto, y que esto no tiene sentido. Creo que me explicaría a mí mismo lo que yo ahora les explico a los chavales en los colegios.
J.S: Pues con eso amigo Carlos, ha sido un verdadero gustazo tenerte en el programa y muchísima suerte con tu fundación.
C.V: Ahí estamos a ver si conseguimos sacarla para adelante.
J.S: Hasta la próxima.
J.S: Hasta la próxima.
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